Nuestra Vía Láctea
@2009 - Manuel Jiménez del Barco
Sabemos la forma y estructura de numerosas galaxias pero, ¿Qué pasa con la nuestra?. Son astros y material que están más cerca y en algunas ocasiones sabemos menos que de galaxias lejanas. Existe una razón para ello, por el hecho de estar dentro de ella, es muy difícil de detectar su estructura. Las nubes de gas y polvo más cercanas nos “tapan” el resto de galaxia que quedaría detrás de ellas. Han sido agujeros en los mapas muy difíciles de rellenar. Estos huecos se están rellenando gracias a un nuevo instrumento, el telescopio espacial Spitzer, trabajando, concretamente, en las frecuencias del infrarrojo medio.
Las galaxias se clasifican en tres grandes grupos: elípticas, espirales e irregulares, denominadas por las iniciales E, S e Ir. Dentro del grupo de las espirales se distinguen las normales y las barradas, que se distinguen por la letra “B” detrás de la “S”. Después, en el caso de las elípticas le sigue un número del 0 al 7, para indicar su forma “0” para las esféricas y aumentando el número según aumenta la excentricidad. Para las espirales se distinguen varias subclases, con letras de la “a” a la “d”, según la definición de los brazos espirales. Finalmente las irregulares se clasifican como de tipo I o de tipo II, según sea más compacta o difusa.
Pues bien, según las últimas investigaciones nuestra Vía Láctea es de tipo SB, o sea, espiral barrada. A esta conclusión ha llegado Robert Benjamin y su equipo, de la Universidad de Wisconsin, EEUU, tras un estudio del plano galáctico en las frecuencias del infrarrojo mediano con el Telescopio Espacial Spitzer. En la foto se muestran las estructuras que han descubierto tras este estudio y la posición del Sol en nuestra galaxia.